Señal 1: Tener Espíritu.
En el caso del líder de adolescentes, si no es tiene Espíritu de servir y ayudar, sus consejos se limitarán al manejo de recursos humanos, que por buenos que sean, no podrán satisfacer plenamente las necesidades de los jóvenes en conflicto. Tampoco nuestras motivaciones serán las correctas y nuestro trato no tendrá la eficacia de quien está provisto en la toma de decisiones.
La espiritualidad del líder juvenil es fácilmente discernible para los adolescentes y jóvenes de este tiempo. A ellos no les basta con un lindo sermón arriba de una tarima. Las relaciones interpersonales cercanas entre los líderes y los jóvenes son indispensables para una comunidad bien formada. Pero es en esa cercanía que se puede notar mejor el verdadero carácter del líder juvenil. Aun cuando parezca que los adolescentes no prestan atención, miran de cerca si las palabras de los líderes cuando instruyen son vividas por ellos cuando están abajo del escenario de ayudar y prestar servicio a los demás.
Señal 2: Sentirse llamado
Para muchos es obvio pensar que la decisión de ir a hacer misiones en lugares alejados y difíciles tiene una única explicación en un llamado especial. Si aquellos que se disponen a participar del líderes con adolescentes no tienen un llamado claro y específico a trabajar con ellos ocurrirá una de dos cosas o ambas: se sentirán muy pronto miserables o harán sentir miserables a sus adolescentes.
Tener la convicción de que nos han convocado a hacer ese trabajo es la única fuente de afirmación en que deberíamos depositar nuestra confianza. Al final, los resultados serán impredecibles. Solo un sentido de llamado claro hará entonces que el líder siga adelante.
Es tiempo de que se levanten líderes que no están «practicando hacer lideres» mientras trabajan con los jóvenes, pues hoy hacen falta dirigentes que entiendan que tienen un llamados a invertir en esta generación y a hacer un serio esfuerzo más allá de los aparentes resultados o de las expectativas de personas.
Señal 3: Aconsejar
La juventud es una época de muchas preguntas. La posmodernidad ha tornado compleja la dinámica adolescente; los cambios se han exagerado y los mensajes contradictorios abundan. Por eso es necesario que quienes guían jóvenes tengan respuestas contundentes y no ingenuas. El rol de modelo que a cada líder le toca debe ser ejercido con responsabilidad, y aquellos que han sabido aconsejar a sus adolescentes pronto comenzarán a recibir más muchachos(as) pidiendo consejos. Por eso, los líderes eficaces están preparados para la tarea de dar consejos comprometidos y sabios; para hacerlo se especializan en las cuestiones de la cultura, las crisis familiares, la identidad y en los distintos métodos para hacer una consejería eficaz. En otras palabras, trabajan y estudian para ser mejores consejeros. Pero un condimento que no puede faltar es ser confiables.
La confiabilidad es parte inherente a la capacidad de aconsejar y a la posibilidad de entablar una relación personalizada. Líderes que no poseen esta cualidad no tardarán en ser descartados por los adolescentes. Por eso es que me da lástima ver tantos líderes que solo dependen de un micrófono para comunicarse con los jóvenes, pues se pierden tantas oportunidades por no profundizar en sus consejos.
Señal 4: La cultura joven
El vértigo de cambio impulsado por los medios y el mercado exige una constante actualización de parte de los líderes juveniles. Los distintos grupos de adolescentes tendrán diferentes características en sus gustos musicales, en su vestimenta y en su lenguaje, y desconocer sus «ondas» equivaldrá a mostrar desinterés por sus gustos y atracciones.
Una manera de lograr esta actualización es observarlos en los lugares donde ellos se juntan. Otra manera recomendable es preguntarles a ellos mismos. Los jóvenes se sienten importantes cuando se les pregunta y por eso funcionan muy bien los cuestionarios y encuestas.
Es necesario hacer contacto con sus puntos de interés y sus códigos culturales.
Señal 5: Trabajo en equipo
Los líderes juveniles eficaces saben que solos no pueden lograrlo todo. Los líderes eficaces entienden que la misión es más importante que la posición y por eso reconocen las habilidades de otros y les facilitan la tarea sumándolos al trabajo.
Son tantas y tan complejas las necesidades de los jóvenes actuales que es imposible para un o una líder estar cerca de todos a menos que sea un grupo verdaderamente reducido. El liderazgo reconoce esto y dedica buena parte de su tiempo a reclutar voluntarios para su comunidad. Cuantos más líderes de calidad se tenga, más posibilidades de maduración tendrán los jóvenes.
Los jóvenes no necesitan solo líderes atléticos que sepan tocar la guitarra y sean extrovertidos. Si hay algún miembro en el equipo de liderazgo con estas características, ¡increíble!, pero hay jóvenes que se identificarían mejor con otras personalidades. Los mejores equipos son los que tienen una buena dosis de diversidad de intereses, personalidades y edades, y por tanto, contar con líderes adultos involucrados, por ejemplo, enriquece a los jóvenes con experiencias.
Señal 6: Se especializa
Desde hace poco más de una década, en países como Estados Unidos y Corea, un grupo cada vez mayor de estudiantes ha empezado a comprender el enorme desafío y la vitalidad que tiene el líder juvenil para la comunidades e instituciones, y de esto se han ido agregando materias de líderes juveniles a seminarios, colegios, universidades, etc.
Pero más allá de las posibilidades académicas existe la razón eje del lider juvenil: los jóvenes necesitan líderes preparados; ellos se merecen dirigentes que articulen una filosofía sensata y entiendan por qué hacen lo que hacen. Necesitan también guías creativos, con buena capacidad de auto-crítica y capaces de comunicar la visión y de organizarse.
Los líderes juveniles sobresalientes se toman su trabajo muy en serio y se consiguen diversos materiales y estudian dedicadamenté cómo ser cada vez mejores.